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Fernando Villalona fue declarado el niño mimado de República Dominicana desde que en 1971 surgió como un talento del canto popular. Desde entonces han pasado 50 años de música y de “un largo trayecto por un camino con muchas barreras”.

La celebración del medio centenar de vida artística fue durante dos noches en el Teatro Nacional Eduardo Brito, en un espectáculo bajo la producción de René Brea, y la compañía de varios colegas en el escenario.

“¿Qué decir sobre mis 50 años en la música? Un largo trayecto por un camino con muchas barreras, donde toca ser fuerte para seguir adelante y persistir. Agradezco infinitamente a cada uno de los que se dieron cita” en el Teatro Nacional, comentó “El Mayimbe”, su mote más aceptado.

Durante el show artístico, el cantante compartió escenario con su hermano Angelito Villalona, así como con sus colegas Alex Bueno, Daniel Santacruz, Gabriel Pagan, Jandy Ventura y Chelsy Bautista.

“No tengo palabras para expresar esta alegría que siento y vivo”, expresó Villalona en su Instagram.

El espectáculo de dos horas y media fue un recorrido por todos sus éxitos, pasando desde sus inicios en 1971, siguiendo con Los Hijos del Rey, hasta llegar a los hits musicales de su propia orquesta, que lo han mantenido vigente durante cinco décadas.

“Nunca me había sentido tan nervioso como esta noche”, expresó Villalona cuando llegó al escenario. Y en realidad, en varios momentos esos nervios lo traicionaron.

Una orquesta reforzada, compuesta por músicos de gran trayectoria, acompañaron al Mayimbe en esas significativas noches. Sin dudas que la parte conceptual de Brea en los arreglos con la realización musical de Ambiorix Francisco y Hendry Zarzuela se convirtieron en la zapata esencial y lo más resaltable de la producción.

El repertorio de este show artístico fue elegido “con pinza”, ya que de 246 canciones que ha grabado en toda su historia musical, 196 han sido éxitos durante estos 50 años y era lógica que no cabían todas.

“El único inconveniente que tuvimos con este show es que, al ser tantos éxitos, nos resultó difícil escoger el repertorio, pero luego de muchos días de análisis, logramos afinar y pudimos seleccionar lo mejor de lo que hemos hecho en estos 50 años”, expresó Villalona en la víspera a su presentación.

“Armonicemos”, “Pueblo mío” y “Respeta mi dolor” fueron sus primeros temas un largo arsenal que él contabilizó en 50, pero que en realidad fueron más por los popurrí que armó.

Tampoco faltaron “Quién apagó la luz”, “Soy el culpable”, “Tatico Henriquez”, “Lágrimas para un recuerdo”, “Amaneciendo”, “A mi manera”, un medley navideño que incluyó “Déjame volver”, “La lluvia”, “Mi pueblo” y “América Latina”.

Por igual cantó “El gusto”, “La hamaquita”, “Felix Cumbé”, “El gusto”, “La cumbia merenguera”, “Sonámbulo”, “Mi vida eres tú”, “Te amo demasiado”, “Mi vida eres tú”, “Quijote”, “Corazón salvaje” y “Me muero por ti”.

Uno de los momentos más emotivos fue la interpretación del emblemático “Dominicano soy”, vocalizada por él con el escudo y la bandera del país en el fondo en una pantalla gigante y en el escenario seis integrantes de la Armada Dominicana como parte de la visual, así como el cuerpo de bailarines.

Sin embargo, fue “Baila en la calle” el tema que levantó a sus incondicionales de sus asientos en el Teatro Nacional. El inmortal Luis Días compuso ese tema y forma parte del legado vocal de Villalona.

Hace 50 años atrás , el 25 de junio del 1971 fue su debut en el Festival de la Voz, con la canción ‘Lágrimas para un recuerdo’ (que dio a conocer en balada el argentino Yaco Monti)”.

Villalona llegó a la capital apadrinado por Viterbo de la Rosa, quien en 1971 era el síndico de Loma de Cabrera y fue quien gestionó la petición del maestro Rafael Solano para que los representara en el Festival de la Voz, que él organizaba.

El Palacio de Bellas Artes recibió a los participantes y desde las primeras rondas Villalona marcaba puntero. Su segunda participación fue con la canción “Habrá”.

Solano fue quien lo presentó la noche final. “Démosle,  pues una gran bienvenida, a un hijo de Loma de Cabrera”, exclamó el compositor de “Por amor” y apareció el jovencito de 16 años vestido de negro y con un sombrero.

Con la canción “Lágrimas para un recuerdo” participó de la noche final del concurso, que se transmitió en vivo por televisión, y obtuvo el quinto lugar, lo que generó una ola de protestas por parte del público asistente a Bellas Artes, que entendía el muchacho de Loma de Cabrera debía haber ganado el primer lugar.

La posición cimera correspondió a Frank Valdez (ya fallecido), nativo de Higüey, pero en representación de Santo Domingo, que obtuvo 130 puntos (Villalona 124).

En Loma de Cabrera recibieron a su hijo como un héroe y desde ese sol hasta hoy ha sido un gran orgullo de su patria chica.

Después del certamen, Rafael Solano le grabó los temas “Lágrimas para un recuerdo” y “Para olvidarme de ti” con la disquera Cumbre Récords, del comunicador y compositor Mundito Espinal (ya fallecido) y el propio Solano.

Las dos grabaciones fueron exitosas y puso una piedra más a la zapata para sustentar una carrera que creció de manera meteórica, como pocas veces se registra en la música popular dominicana.

Nando, como le decían en su natal Loma de Cabrera, donde nació el 7 de mayo de 1955, fue indetenible en su ascenso a la popularidad desde que obtuvo ese quinto lugar en el Festival de la Voz de 1971 y años más tarde pasó a ser estrella de Los Hijos del Rey y de ahí a un ídolo de multitudes como artista en solitario.

Su voz se coló con perfecto acoplamiento en diferentes ritmos como el merengue, la balada, el bolero, la bachata y la música cristiana.

Esa ascendente popularidad y el desequilibrio que le provocó lo embarcaron en mil y una situaciones de crisis existencial, de vida, de fracasos y debilidades como el sexo, el alcohol y las drogas.

La providencia de la vida le dio una segunda oportunidad y logró limpiar su organismo de drogas y alcohol, caramelos envenenados en los que gastó, se dice, unos 50 millones de pesos.

Ese mundo de abismos también lo llevó a perder apartamento, casas, vehículos, oportunidades, tierras y otras propiedades, así como a su propia familia, que con el tiempo recuperó.

También afectó su carrera artística. De haber estado limpio, habría producido y cantado mejor, además de firmar contratos más favorecedores con las disqueras que siempre andaban detrás de su talento.

De todas maneras al final lo importante es el presente que disfruta recuperado, con un estado de salud en franca mejoría, aliviando por su nuevo peso tras practicarse una bariátrica y en los brazos seguros de su Dulcinea.