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Disco 106.1 FM

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Hay momentos en el teatro donde las luces no solo iluminan el escenario, sino también las conexiones humanas que lo sostienen. La puesta en escena de Hello, Dolly! en República Dominicana se ha convertido en uno de esos momentos únicos: un punto de encuentro entre generaciones, talentos y trayectorias que, más allá de interpretar una historia, están escribiendo la suya propia.

Lo que representa para este elenco formar parte de una producción tan emblemática va mucho más allá de lo artístico: es un acto de admiración mutua, de respeto entre colegas, de entrega colectiva y, sobre todo, de profundo amor por el arte escénico.

Para figuras como Cecilia García, Carlos Alfredo Fatule, Javier Grullón y todo el equipo involucrado, Hello, Dolly! no es solo un musical: es un homenaje al poder de la colaboración y al lugar irremplazable que cada persona ocupa en una producción de esta magnitud.

La confirmación de este concepto el público podrá apreciarla desde este viernes 18 de julio en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito.

“NO HAY PAPELES PEQUEÑOS”

La convicción de que no hay papeles pequeños, sino actores pequeños resuena con fuerza entre los miembros del elenco. Cada personaje sea protagónico o de soporte requiere la misma entrega, la misma precisión, el mismo riesgo.

Es en ese sentido donde se engrandece la profesión actoral: por la capacidad de quien lo interpreta. En Hello, Dolly!, la presencia de una figura femenina fuerte y estratégica como Dolly no solo marca el ritmo de la historia, sino que proyecta el espíritu de emancipación y liderazgo femenino que la obra propone.

Esa protagonista, que entre enredos y humor guía la trama, es también un reflejo de la realidad actual, donde el talento y la determinación de las mujeres toman cada vez más protagonismo. La elección de una figura tan poderosa como eje del musical es también una declaración sobre el lugar que ocupa la mujer en la escena y en la sociedad.

AMISTAD Y GENERACIONES

Javier Grullón lo expresa con claridad: para él, compartir escena con figuras como Cecilia García o Carlos Alfredo Fatule no es solo un reto profesional, es también una experiencia emocional profunda.

La química generada en los ensayos trasciende la escena. Hay admiración genuina, humor compartido, confianza construida y una energía vibrante que fluye con naturalidad.

Lo más hermoso del teatro y de este musical en particular es que se convierte en un punto de encuentro entre generaciones. Jóvenes talentos como Javier no solo actúan: aprenden, absorben, se nutren. Y al mismo tiempo, actores consagrados se revitalizan al compartir escenario con quienes vienen con fuerza desde abajo. Es un ciclo virtuoso donde el arte crece y se expande.

CLÁSICO QUE SE VIVE CON FRESCURA

Más allá del prestigio de Hello, Dolly! como clásico de Broadway, lo que esta producción ofrece es una obra viva, sensible y divertida.

La música de Jerry Herman, la cuidada coreografía, los vestuarios de época y la dirección precisa de Carlitos Espinal hacen de cada función una experiencia redonda. Pero es la emoción sincera del elenco lo que realmente la convierte en algo inolvidable.

La obra habla del amor, de las segundas oportunidades, del valor de soñar aún cuando la vida nos da golpes, de encontrar alegría en la madurez, y de no permitir que la soledad se instale como final. Hay una lección en cada escena, incluso en las más ligeras.

Carlos Alfredo lo expresa con ternura al hablar de su personaje Horacio Vandergelder: “el hecho de que sea un hombre mayor, viudo, no lo hace descartable; los sueños siguen siendo necesarios a cualquier edad”. Y esa es una de las grandes verdades del musical: todos necesitamos soñar. Todos merecemos nuevas oportunidades.

ENTRE BASTIDORES

Montar un musical como este en República Dominicana no es tarea fácil. Los ensayos exigen organización milimétrica, horas robadas al descanso, compatibilidad de agendas y un trabajo coreografiado no solo en escena, sino también en producción, vestuario, iluminación, escenografía y musicalización.

A diferencia de producciones internacionales, aquí no se cuenta con meses de temporada ni presupuestos ilimitados. Cada función es el fruto de un esfuerzo heroico. Y aún así, o quizás por eso mismo, cada función se vive con una pasión irrepetible.

Aquí cada noche se entrega como si fuera la última. Con nervios, entrega total y la ilusión de tocar el alma del público.

LA QUÍMICA PERFECTA Y UN ELENCO SIN TOXICIDAD

Uno de los aspectos más destacados de esta producción ha sido la armonía dentro del elenco. En palabras de los actores, no hay espacio para la toxicidad. Hay respeto, hay cariño, hay ayuda en escena. Cuando uno cae, el otro lo levanta. Cuando alguien olvida, otro recuerda. Ese nivel de confianza se siente y se refleja en el escenario.

Desde la energía vibrante de jóvenes como Axel Mancilla y Carolina Jiménez, hasta la sabiduría de los veteranos, esta producción es una muestra de lo que puede lograrse cuando el talento y la humanidad van de la mano.

¿QUÉ DEJA HELLO, DOLLY! AL PÚBLICO DOMINICANO?

Una obra como esta no solo entretiene: educa, inspira y deja huella. El público no solo verá una comedia musical: asistirá a una lección de teatro, a un despliegue de emociones, a un espejo donde quizás también se reconozca.

Hello, Dolly! nos recuerda que todos merecemos una segunda oportunidad. Que la edad no es una barrera para soñar. Que el amor puede aparecer donde menos se espera. Que el trabajo en equipo engrandece cualquier proyecto. Y que el teatro, como arte vivo, sigue siendo una de las herramientas más poderosas para tocar el alma.

En un mundo que muchas veces premia lo inmediato, este equipo ha apostado por la calidad, la excelencia, la honestidad artística. Y eso, sin duda, es lo que convierte esta producción en algo más que un musical: en una celebración de la vida, de los sueños y del poder transformador del arte.