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Y llega al final una fenomenal temporada, con muchos momentos para recordar, excelentes directores y solistas, que incluyeron la última Gala de los ganadores del Concurso de Piano de Santander Paloma O´Shea, la cual no volveremos a tener, pues el certamen, después de 50 años, no celebrará otra edición.

Pero, sobre todo, una orquesta que demostró su valía y compromiso con la excelencia.

Este último concierto, el jueves 13 de noviembre, nos brinda a la Orquesta Sinfónica Nacional como única protagonista. Director y orquesta nos ofrecerán una rítmica obertura y dos monumentales sinfonías, un programa exquisito para un cierre brillante.

Una obertura y dos sinfonías

El concierto inicia con la fanfarria Novi Temporis, una pieza escrita por el maestro José Antonio Molina a petición del maestro Philippe Entremont, con motivo del décimo aniversario del Festival Musical de Santo Domingo.

Muy adecuada para abrir y dar el tono de lo que será la noche, la fanfarria Novi Temporis es una introducción breve e impresionista, con sus solos de trompeta y la base rítmica que le imprime el maestro Molina.

A continuación, escucharemos un verdadero homenaje a la alegría y a la exuberancia sonora: la Séptima Sinfonía en La mayor, Op. 92, de Ludwig van Beethoven (Bonn, 16 de diciembre de 1770 Viena, 26 de marzo de 1827), estrenada el 8 de diciembre de 1813 en un concierto benéfico en Viena, dirigida por el propio compositor.

La obra fue acogida con gran entusiasmo por el público y se convirtió en un éxito inmediato. La noche de su estreno, el público no solo se embriagó con la maravillosa sinfonía, sino que, de algún modo, celebraba también la derrota de Napoleón y la liberación de Europa del yugo napoleónico.

La sinfonía tiene cuatro movimientos: I. Poco sostenuto Vivace; II. Allegretto; III. Presto; y IV. Allegro con brio. En el otoño de 1812Beethoven no gozaba de buena salud y su sordera avanzaba.

Para aliviar su estado, viajó entre varios balnearios y centros de salud. Se cree que durante esos períodos de descanso compuso varias obras, entre ellas esta Séptima Sinfonía.

Podemos decir que, en la producción de Beethoven, no hay obra más alegre que la Séptima. Aparte del segundo movimientoAllegretto, que transita de manera evocadora entre el dolor conmovedor y el dulce consuelo, la obra es ágil, atlética, decididamente directa y de elevado espíritu.

La introducción, en ritmo moderado, desemboca en una melodía vivaz y contagiosamente excitante. Después del Allegretto uno de los movimientos sinfónicos más populares de Beethoven durante su vida llega el Scherzo, contundente y juguetón, que alterna con un trío casi himno de peregrinos.

En el Allegro con brio final, Beethoven se sumerge en una vorágine musical que inspira en el oyente la pura alegría de estar vivo.

Richard Wagner exaltó el ritmo de la obra con esta célebre descripción poética:

“Todo tumulto, todo anhelo y tempestad del corazón se convierten aquí en la dichosa insolencia de la alegría, que nos lleva con poder báquico a través del amplio espacio de la naturaleza, a través de todos los arroyos y mares de la vida, gritando con alegre autoconciencia mientras hacemos sonar por todo el universo las audaces melodías de esta danza esférica humana. La sinfonía es la apoteosis de la danza misma: es la danza en su aspecto más elevado, el acto más sublime del movimiento corporal, incorporado a un molde ideal de tono”.

Una sinfonía dedicada

Luego del intermedio, orquesta y director nos brindarán la Sinfonía No. 4 en Fa menor, Op. 36, del compositor ruso Piotr Ilich Chaikovski (1840–1893).

Diciembre de 1876 marcó un momento decisivo en la vida de ChaikovskiNikolai Rubinstein, director del Conservatorio de Moscú, donde el compositor enseñaba, buscaba fondos para la institución y acudió ante la acaudalada viuda Nadezhda von Meck.

Para impresionarla con la calidad del Conservatorio, Rubinstein interpretó una obra orquestal de Chaikovski, La tempestad. La música conmovió profundamente a von Meck, quien se convirtió en su gran admiradora y mecenas.

Así comenzó una relación singular entre compositora y benefactora. Durante trece años, von Meck apoyó económicamente a Chaikovski; mantuvieron una extensísima correspondencia, aunque nunca llegaron a conocerse en persona.

En 1878Chaikovski le escribió sobre su Sinfonía No. 4, ofreciéndole una detallada explicación de su proceso de composición, a la que se refería cariñosamente como “nuestra sinfonía”, y que dedicó “a mi mejor amigo”.

“En nuestra sinfonía hay un programa; me es posible esbozar con palabras lo que intenta expresar, y a ti, solo a ti, puedo comunicarte el significado del conjunto, así como de las secciones separadas. La introducción contiene el germen de toda la sinfonía: el destino, la fuerza fatal que impide que nuestros esfuerzos por alcanzar la felicidad tengan éxito”.

En el segundo movimientoChaikovski se retira a una de sus introspecciones más conmovedoras. Un solo de oboe entona con melancolía: “Un sentimiento triste te invade. Estás apenado porque ya ha pasado mucho”.

El posterior retorno de este tema en el fagot, acompañado por figuraciones en las cuerdas, constituye un momento mágico y sin aliento.

Entre los episodios más admirables del repertorio de Chaikovski destaca el Scherzo, que “no expresa ninguna sensación definida”. El material en pizzicato es uno de los esplendores de la literatura orquestal, y más tarde, la combinación de la sección central contrastante con el tema en pizzicato añade encanto y deslumbramiento.

En el movimiento final, Finale, se retoma el motivo del DestinoChaikovski se muestra completamente emocional, con toda la exageración y los excesos que ello implica.

“Si no puedes descubrir motivos de felicidad en ti mismo, mira a los demás, qué bien lo pasan entregándose a la alegría”.

Para transmitir el espíritu del pueblo, introduce una melodía folclórica rusa que añade otra dimensión a la partitura.

Cabe señalar, sin embargo, que la letra de esa melodía dista de ser alegre y refleja más bien el temperamento melancólico del compositor que la supuesta alegría popular.

Nos despedimos de la Orquesta Sinfónica Nacional con aplausos, a la espera de una nueva y exitosa temporada en 2026.