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Elisabeth Fritzl pasó 24 años encerrada en un sótano de 18 metros cuadrados en la casa familiar, al que su padre acudía regularmente a violarla. Producto de esos abusos nacieron siete niños, de los que uno murió. En 2009, el conocido como “Monstruo de Amstetten” fue condenado a cadena perpetua.

El 19 de abril de 2008, una chica de 19 años ingresó en un hospital en Amstetten, una localidad al oeste de Viena, con una enfermedad genética que los médicos relacionaron con el incesto.

Esto detonó una investigación policial que condujo a la detención de Josef Fritzl, de entonces 72 años, y reveló que había tenido encerrada a su hija desde 1984, en total, más de 8.600 días.

La joven ingresada en el hospital era la primera de los siete hijos que nacieron de las continuas agresiones sexuales de Fritzl a Elisabeth.

La víctima contó que su padre había abusado de ella desde que era una niña y que con 18 años se escapó de casa. Tras regresar, su padre la encerró en el sótano y contó al resto de la familia que la joven se había fugado para unirse a una secta.

Comenzó así un cautiverio del que ni la madre ni los hermanos de Elisabeth, que vivían en la misma casa, aseguraron haberse dado cuenta a lo largo de casi un cuarto de siglo.

Elisabeth explicó a las autoridades que nunca se rebeló ni trató de escapar porque su padre la amenazó con llenar el sótano de gas si creaba problemas.

De las violaciones nacieron siete niños. De los seis que sobrevivieron, el agresor seleccionó a los más débiles y ruidosos para sacarlos del sótano para subirlos a vivir con él y su esposa en la casa familiar.

Así, en 1993 aseguró que había encontrado a un bebé de nueve meses en la puerta de la casa, con una nota manuscrita en la que Elisabeth explicaba que ya era madre de dos criaturas y que no podía atender al bebé.Esa misma fórmula fue empleada por Fritzl para adoptar, un año y medio después, a Monika, de entonces 10 meses y, de nuevo, a Alexander, de 15 meses, en agosto de 1997.

Ni el resto de la familia ni las autoridades de Amstetten, una pequeña ciudad de 23.000 habitantes, cuestionaron esa versión.

En 1996 nacieron gemelos, uno de los cuales murió al cabo de tres días y, según declaró Elisabeth, su cuerpo fue incinerado en el jardín por el propio Fritzl.

El último vástago nació en 2003 y permaneció en el zulo hasta la detención del padre-abuelo agresor.

Josef Fritzl fue arrestado en abril de 2008 y las pruebas de ADN confirmaron la paternidad de los seis hijos vivos de Elisabeth.

Un mes después, la prensa austríaca reveló que Fritzl ya había cometido varios delitos sexuales en la década de 1960, que habían prescrito y cuyo registro había sido borrado cuando solicitó y obtuvo la adopción de sus hijos-nietos.

El 16 de marzo de 2009 comenzó el juicio contra el agresor, acusado de asesinato, violación, incesto y privación de libertad. Durante el proceso, afirmó que violar a su hija se convirtió en una adicción.

Tras una inicial negación de los cargos, Fritzl acabó declarándose culpable.

Un examen psiquiátrico reveló una “alteración de las preferencias sexuales”, un enorme narcisismo y una “incapacidad emocional” de sentir empatía con el sufrimiento de sus víctimas.

El 19 de marzo de 2009, fue declarado culpable y condenado a cadena perpetua, que comenzó a cumplir en una institución para criminales con trastornos mentales.

Su defensa solicitó que fuera trasladado a una cárcel convencional, como paso previo a la concesión de la libertad condicional, una posibilidad que prevé el código penal austríaco para quienes han pasado al menos quince años en prisión.

Un tribunal aprobó hoy ese traslado, en una decisión que se ejecutará si no hay recurso, pero rechazó la concesión de la libertad condicional del preso que padece de demencia senil.

Josef Fritzl, quien en la cárcel cambió su apellido a Mayrhoff, cumplirá 89 años en abril próximo.